Uno de los delincuentes fingió querer vender cobre para ingresar a la vivienda. Una vez dentro, intentó robar una bolsa con una mayor cantidad de cobre que le pertenecía a don Francisco, el principal afectado, quien estaba sentado frente a una balanza debido a su dificultad para moverse. Al intentar evitar el robo, don Francisco forcejeó con el delincuente y terminó cayendo al suelo, golpeándose gravemente la cabeza y sufriendo otras contusiones. Su esposa, doña Inés, salió al escuchar los gritos y lo auxilió, llamando a la policía. Sin embargo, el delincuente logró escapar llevándose el cobre que la pareja había juntado para vender.
La hija de la pareja expresó su rabia e impotencia por lo sucedido y manifestó que intentará convencer a sus padres de que dejen de trabajar debido al gran susto que pasaron. Según su testimonio, ellos se dedican al reciclaje para sobrevivir por la falta de ayuda gubernamental. Ella también denunció la mucha inseguridad en la zona, la necesidad de mayor presencia policial y del grupo Lince, y la problemática del consumo de drogas en la calle, lo cual genera un ambiente peligroso para los residentes, incluyendo los niños que van a la escuela. La zona donde ocurrió el asalto es considerada una “zona roja” por la inseguridad, lo que incluso dificulta que otros trabajadores quieran ingresar al área.