La Nochebuena es una celebración especial en la que las bebidas juegan un papel fundamental para acompañar los distintos momentos de la velada. Desde el inicio, al compartir las entradas, hasta el brindis final, la selección adecuada puede realzar los sabores y crear una experiencia inolvidable.
Para empezar, mientras los invitados disfrutan de las entradas, como quesos, embutidos o canapés, un espumante seco es una elección ideal. Su frescura y burbujas limpian el paladar y preparan para los platos principales. Si se prefieren opciones sin alcohol, una limonada con hierbas frescas, como albahaca o menta, puede ser una alternativa sofisticada.
Cuando llega el plato principal, la elección de la bebida dependerá del menú.
Si la cena incluye carnes rojas, como cordero o ternera, un vino tinto con cuerpo, como un Malbec o un Cabernet Sauvignon, complementará a la perfección. Para carnes blancas o pescados, un vino blanco seco, como un Sauvignon Blanc, aportará frescura sin opacar los sabores. Si se opta por una cena más ligera o vegetariana, un rosado bien frío puede ser la opción ideal.
Finalmente, el postre merece un acompañamiento especial. Si hay chocolate o tortas dulces, un vino fortificado como el Oporto o un licor dulce, como el Baileys, resaltará los sabores intensos. Para postres frutales, un espumante dulce o un Moscato será un acierto. Aquellos que prefieran algo sin alcohol pueden optar por un café aromatizado o un chocolate caliente con especias.
El brindis, el momento culminante de la noche, suele hacerse con champaña o espumante. Es un instante para celebrar la unión y la alegría, cerrando la velada con una copa que simboliza los buenos deseos para el futuro.