La cena de Año Nuevo es una ocasión especial donde la comida juega un papel central en las celebraciones. Elegir los platos adecuados no solo asegura una experiencia memorable, sino que también puede simbolizar deseos de prosperidad, salud y felicidad para el año que comienza.
Un clásico infaltable son los asados, que unen a las familias en torno a una comida abundante y compartida. Las carnes a la parrilla, acompañadas de ensaladas frescas como la rusa o la de hojas verdes con frutas, son una opción versátil y sabrosa, ideal para climas cálidos.
Para quienes prefieren algo más refinado, el salmón o el lomo al horno son opciones destacadas. Pueden servirse con puré de papas o vegetales salteados para crear un balance entre proteínas y acompañamientos ligeros. Incorporar ingredientes como hierbas aromáticas, salsas de vino o glaseados de miel le da un toque gourmet a la cena.
Las pastas rellenas, como los ravioles o lasañas, también son una alternativa cálida y reconfortante, perfectas para climas más fríos. Estas pueden personalizarse con rellenos de espinaca y ricota, champiñones o carne, y servirse con una salsa cremosa o de tomate casera.
No puede faltar un toque de simbolismo en los platos. Incorporar lentejas, un alimento asociado con la buena fortuna y la abundancia, es una tradición popular en muchos países. Se pueden servir en guisos o como guarnición.
Finalmente, el postre cierra la noche con dulzura. Desde tartas de frutas hasta mousse de chocolate, pasando por helados o panettone, la elección depende del gusto de los comensales.