La primera advertencia se relaciona con el comportamiento de los guardias penitenciarios en formación, donde se detectaron vínculos con facciones criminales como el Primer Comando Capital (PCC) y el Clan Rotela (La Jungla).
Un estudio minucioso incluyó fotografías enviadas al Ministerio de Justicia que mostraban a los propios guardias adoptando posiciones y símbolos no verbales utilizados por los internos de estas organizaciones.
Entre los ejemplos mencionados se encuentran el puño cerrado como signo del Clan Rotela y el uso del número tres con la mano por parte del PCC. El informe detallaba cada uno de estos símbolos.
La mayoría de estos guardias entrenados, pertenecientes a la promoción 2024, fueron destinados a la cárcel de máxima seguridad de Minga Guasú, en el departamento de Alto Paraná, para custodiar puntos estratégicos como el muro perimetral.
La segunda advertencia, contenida en el informe de inteligencia número dos del 24 de febrero de este año, alertaba sobre el abandono de la sala de monitoreo. Esta sala, descrita como un punto central con custodia las 24 horas, sensores de movimiento y cámaras de alta tecnología, quedó fuera de servicio debido a que los funcionarios encargados no se presentaban a trabajar.
Se informó que estos funcionarios no respondieron a sus teléfonos celulares y que, hasta el momento, no se ha iniciado ningún sumario contra los integrantes de los grupos responsables de la custodia de la sala de monitoreo (Grupo uno, grupo dos, grupo tres).