Hoy en día, Hugo recuerda con cariño el gesto del Papa, destacando que Francisco fue el primer Papa en hablar sobre el trastorno autista desde el Vaticano con amor. Hugo también rememoró una frase del Papa: “Cada flor tiene su propia belleza y cada uno de nosotros es hermoso a los ojos de Dios”, refiriéndose a las personas con TEA. Hugo aprovechó la oportunidad para enviar un mensaje al mundo, instando a predicar el amor, la paz y la solidaridad, valores que él asocia con las enseñanzas del Papa Francisco.
La madre de Hugo, Sofía, quien trabajaba como enfermera en el Hospital Acosta Ñu durante la visita papal, también compartió su emoción. Ella relató cómo su hijo expresó su deseo de acercarse al Papa y corrió a abrazarlo, a pesar de la presencia de seguridad. Sofía interpretó este abrazo no solo como un gesto hacia su hijo, sino como un abrazo de amor e inclusión para todos los niños con autismo y sus familias. Además, Sofía recordó cómo Hugo espontáneamente entregó su credencial y su rosario al Papa como recuerdo. Finalmente, reflexionó sobre el legado del Papa Francisco, enfatizando su mensaje de rezar en un contexto de crisis de espiritualidad, así como la importancia del perdón y el amor.