Pese a todo pronostico el Papa Francisco decidió hacer una parada en . Elena esperó allí desde temprano, llevando a sus bebés de dos meses, a pesar de la lluvia y de ser la primera vez que los sacaba de casa. Lo que sucedió después, según la madre de los niños, fue un acto de fe inexplicable. El Papa Francisco se acercó directamente a ella en medio de la multitud, la saludó y bendijo a sus bebés. Elena describe ese momento como lleno de emoción, que incluso le devolvió la fe y cambió su vida.
Elena recuerda vívidamente el momento en que el Papa, a unos dos metros de distancia, los miró y dijo: “Son dos”. Ella sintió una misericordia absoluta en su mirada, una presencia que describe como algo fuera de este mundo. Cuando ella iba a pedirle que bendijera a sus hijos, vio las cabecitas de los bebés en las manos del Papa. Ese momento para Elena fue maravilloso, comentó que el Papa Francisco era un líder inclusivo, que al igual que Jesús, nunca excluyó a nadie. Ella destaca sus palabras de aliento y su humildad, especialmente al decir "¿quién era él para juzgarle a nadie?”. Para Elena, este encuentro fue una clara manifestación de Dios.