La figura de Santa Claus, el querido personaje navideño que reparte regalos desde el Polo Norte, tiene una historia que se remonta a siglos atrás, profundamente enraizada en la vida de un santo cristiano: San Nicolás de Bari. A lo largo del tiempo, este santo fue transformándose hasta convertirse en el icónico personaje gordo y alegre, vestido con un traje rojo, que conocemos hoy.
San Nicolás nació alrededor del año 280 d.C. en Patara, una ciudad de la región de Licia, en la actual Turquía. Era hijo de una familia adinerada y, tras la muerte de sus padres, heredó una gran fortuna que dedicó a ayudar a los más necesitados. Nicolás fue obispo de la ciudad de Mira (hoy Demre) y se hizo conocido por su generosidad, especialmente hacia los niños y los pobres.
La historia más famosa sobre Nicolás relata que ayudó a un padre desesperado que no podía ofrecer una dote para casar a sus tres hijas. Según la leyenda, Nicolás lanzó bolsas de oro por la chimenea de la casa del hombre, y estas cayeron dentro de las medias de las jóvenes que estaban colgadas secándose. Esta acción generosa dio origen a la tradición de colgar medias en Navidad, una costumbre popular en muchos países.
San Nicolás falleció el 6 de diciembre del año 343 y, con el tiempo, su figura se convirtió en un símbolo de bondad y generosidad. Su reputación se extendió por Europa, y el día de su muerte fue celebrado en muchas culturas.
La evolución de San Nicolás: De santo a Santa Claus
Durante la Edad Media, San Nicolás fue venerado en gran parte de Europa. En los Países Bajos, su figura se transformó en Sinterklaas, un anciano de barba blanca que traía regalos a los niños la noche del 5 de diciembre, la víspera de su fiesta. Cuando los colonos holandeses emigraron a América del Norte en el siglo XVII, llevaron consigo la tradición de Sinterklaas, cuyo nombre fue adaptado en inglés como Santa Claus.
La imagen de Santa Claus siguió evolucionando en Estados Unidos. A principios del siglo XIX, el escritor Washington Irving mencionó a “Santa Claus” en su obra Historia de Nueva York (1809), describiéndolo como un personaje alegre y bondadoso. Pero fue el poema Una visita de San Nicolás (1823), atribuido a Clement Clarke Moore, el que moldeó la imagen moderna de Santa. En este poema, Santa Claus aparecía como un duende regordete que volaba en un trineo tirado por renos y entraba a las casas por la chimenea para dejar regalos.
El Santa Claus moderno
La imagen definitiva de Santa Claus, como un hombre gordo, risueño y vestido con un traje rojo, se consolidó en el siglo XX gracias a la influencia de la publicidad. Aunque anteriormente se lo representaba con vestimentas de diferentes colores, fue la compañía Coca-Cola la que popularizó la versión actual a partir de 1931. El ilustrador Haddon Sundblom creó una serie de anuncios donde Santa aparecía como un hombre alegre, de mejillas sonrosadas, barba blanca y vestido con el rojo característico de la marca.
A partir de estos anuncios, la imagen de Santa Claus se volvió universal: un simpático abuelo que vive en el Polo Norte, viaja en un trineo tirado por renos y reparte regalos en Nochebuena con la ayuda de duendes.
La historia de Santa Claus es un ejemplo fascinante de cómo una figura histórica puede transformarse a través de los siglos. Aunque su imagen actual esté influenciada por la cultura popular y la publicidad, el espíritu de generosidad y bondad que encarnó San Nicolás sigue siendo el corazón de la tradición navideña.
Hoy, Santa Claus es más que un personaje: representa la magia, la solidaridad y la esperanza que renacen cada Navidad en hogares de todo el mundo. Sin importar la versión o el nombre que adopte, el legado de Nicolás de Bari sigue vivo en el imaginario colectivo, recordándonos la importancia de compartir y dar a los demás.