14 de septiembre de 2015
A mediados de 1973, tras el golpe de Estado con el que se impuso una dictadura cívico-militar en Uruguay que duraría 11 años, el poeta Mario Benedetti se vio forzado a abandonar su país debido a sus convicciones políticas. El exilio lo llevó a Buenos Aires, en donde publicó El Escritor Latinoamericano y La Revolución Posible (1974), pero recibió amenazas de muerte y tuvo que trasladarse a Perú.
En Lima trabajó en el diario Expreso con la condición de que no escribiera sobre política; sin embargo, pronto fue detenido y deportado a Argentina. Obtuvo una amnistía que le permitió viajar a Cuba en 1976 y mientras trabajaba en La Casa de las Américas publicó los cuentos Con y Sin Nostalgia (1978), los poemarios La Casa y el Ladrillo (1978), Cotidianas (1979) y la obra de teatro Pedro y el Capitán (1979).
A principios de los 80 se instaló en España, publicó los poemas Viento del Exilio (1980), la novela Primavera con una Esquina Rota (1982), y el ensayo El Desexilio y Otras Conjeturas (1984), además de escribir artículos de opinión que aparecían semanalmente en el diario español El País. Con el fin de la dictadura, Benedetti volvió a Montevideo en 1985, aunque siguió residiendo por temporadas en Madrid.
Poemas para todos
Su nombre completo era Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, y nació el 14 de septiembre de 1920, en Paso de los Toros. Hijo de un químico farmacéutico que al adquirir una farmacia en el pueblo de Tacuarembó fue estafado y no pudo evitar irse a la quiebra, llegó a vivir a un Montevideo “verde, absolutamente verde y con tranvías” a los cuatro años.
Estudió en un colegio alemán, leyó a Verne y a Salgari y desde los 14 años tuvo diversos empleos: fue taquígrafo, locutor, vendió libros y refacciones, se desempeñó como funcionario público y por 15 años trabajó en una inmobiliaria en la que ascendió al puesto de gerente general antes de renunciar. Entre 1938 y 1941 estuvo por cuestiones laborales en Buenos Aires y ahí encontró por casualidad una antología del poeta argentino Baldomero Fernández Moreno que le reveló “el camino claro y sencillo por el que podía andar”.
A partir de 1945 se incorporó al semanario Marcha y cumplió las funciones de director literario durante 20 años. Publicó La Víspera Indeleble (1945), su primer poemario, en una imprenta de la que era propietario un excompañero del liceo que le cobró muy poco, y a pesar de que fue ignorado por la crítica, el poeta Juan Cunha le hizo saber que era “un mal libro escrito por un buen poeta” y eso lo estimuló a perseverar con la escritura. Sus siguientes seis libros los publicó autofinanciándose con préstamos bancarios, hasta la aparición de Poemas de la Oficina (1956), cuya primera edición se agotó en dos semanas, y su relativo éxito le permitió encontrar editor para Montevideanos (1959).
Después vino la novela La Tregua (1960), su obra más afamada, el ensayo El País de la Cola de Paja (1960), en el cual afirmaba que al tener como “gran personaje” al empleado público, Uruguay era “la única oficina del mundo que había adquirido la categoría de República”, Gracias por el Fuego (1965) y El Cumpleaños de Juan Ángel (1971), novela en verso.
Luego del regreso de las “patrias suplentes” que tuvo en el exilio, Benedetti escribió y publicó sin descanso obras de distintos géneros entre las que destacan Preguntas al Azar (1986), Despistes y Franquezas (1989), La Borra del Café (1992), Canciones del Más Acá (2000) —volumen que recopila las letras de canciones que han interpretado decenas de músicos y cantantes—, El Olvido Está Lleno de Memoria (1995) e Insomnio y Duermevelas (2002). Recibió el premio Reina Sofía de Poesía en 1999, el Iberoamericano José Martí en 2001 y el Internacional Menéndez Pelayo en 2005, pero su modestia llegó a ser de tal modo proverbial que Edurado Galeano afirmó en una conversación que “Benedetti no se creía Benedetti”.
Casado con Luz López Alegre desde 1946 hasta la muerte de ella en 2006, el poeta que no se quedó inmóvil al borde del camino, que no congeló el júbilo ni quiso con desgana, murió en “un lugar tranquilo” de su casa de Montevideo, el domingo 17 de mayo de 2009.
Táctica y Estrategia
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
Fuente: imparcialoaxaca.mx