Tal día como hoy, pero en 1986, se publicó en Japón el primer episodio de la serie animada de #Dragon Ball. Una serie que ha marcado la infancia de toda una generación tanto dentro como fuera de las fronteras del país nipón y que sirvió, junto a otras grandes obras como Akira, para que la animación japonesa se convirtiera en un auténtico boom en el resto del mundo durante los años 80.

Hasta entonces no se tenía tanto conocimiento de lo que hacían los animadores japoneses fuera de su país salvo en círculos especializados y con una distribución muy limitada. En occidente ya existían numerosas escuelas y estilos de animación para el gran público y Japón parecía quedar muy lejos como para poder venderse al gran público.

Sin embargo, y gracias entre otras cosas a Dragon Ball, esto cambió a partir de la década de los 80.

Los orígenes

Hay que decir que 1986 no es la fecha en la que se originó la obra. El #manga original firmado por Akira Toriyama se comenzó a publicar en la Shonen Jump, una de las revistas clave de publicación de mangas en Japón, el 20 de noviembre de 1984. Como viene siendo habitual en las obras que alcanzan una gran popularidad entre el público, se realizó la correspondiente serie animada a partir del material original, que llegó año y medio después, un periodo relativamente corto si lo comparamos con otras obras.

La historia en origen era bastante sencilla: Son Goku, un niño muy peculiar por su inocencia y su fuerza sobrehumana, se ve sumergido en la búsqueda de las siete bolas de dragón, cuya leyenda dice que al reunirlas todas se le concederá a su portador cualquier deseo.

En su empeño por reunirlas todas se cruzará con otros personajes que en un principio comenzarán siendo enemigos suyos pero que por su amabilidad y buen corazón, acabarán uniéndose a él. Poco a poco esta historia fue cambiando y convirtiéndose más en la lucha contra enemigos cada vez más poderosos, con las bolas de dragón en un segundo plano.

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