La incomparable riqueza natural del Jardín Botánico y sus 100 años de mitos

21 de diciembre de 2014

Fue y es el atajo de generaciones de paraguayos y extranjeros que hallan un escape a la rutina diaria. El Jardín Botánico y Zoológico de Asunción (JBZA) alberga al ecosistema que se está perdiendo en el país.

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Testigo de gran parte de la historia del Paraguay, entre sus frondosos árboles se levantaron las casas de Gaspar Rodríguez de Francia, el prócer de la independencia nacional, y de Carlos Antonio López, ex presidente paraguayo, que se mantienen firmes hasta hoy ya como museos.

Principalmente los domingos, el Botánico se colma de visitantes que van a pasar el día y a recorrer el zoológico.

En otra época, hasta mediados de los 70, la gente ingresaba hasta dicho predio municipal para refrescarse en el arroyo que lo atraviesa, conocido en la actualidad como Tres Puentes. Era costumbre, además, cargar agua de las nacientes –como del Ykua López– que abundan en los prados del Botánico.

"De ahí nos proveíamos de agua también", recuerda Juan Agustti, poblador de la zona y ex alumno del colegio Solar de Artigas, ubicado en el acceso del JBZA. Comenta que hasta hoy sigue en pie el árbol que daba sombra –en sus horas de mateada– a José Artigas, el prócer uruguayo que habitó esa casa durante su exilio.

Abundan las historias en torno al Botánico, que pasaron de generación en generación convertidas en mitología popular. "Durante la guerra mucha gente entró a enterrar su tesoro acá", apunta Agustti, al señalar una zona que quedó inmortalizada como plata kuare (agujero de dinero), donde segúnla leyenda un hombre desenterró joyas, monedas y tesoros del pasado.

"Otro mito que abuelo contaba es el de un túnel construido también en época de la guerra", y añade que el socavón supuestamente salía del Botánico hasta la iglesia Santísima Trinidad. "Había mucho movimiento en el túnel, varios entraron y no salieron más".

Uno de los tantos frondosos árboles que alberga el jardín cuenta con un altar, desde la aparición de la Virgen de Fátima. En los años 80, varias personas aseguraron ver la imagen de la santa sobre un añoso tronco.

Biodiversidad. Fue Karl Fiebrig, un naturalista alemán, quien convirtió en 1914 la chacra modelo –que estaba bajo administración del otrora Banco Agrícola– en el Jardín Botánico y Zoológico.

Su esposa, Anna, tuvo a su cargo el diseño –en los años 20– de El Rosedal, conocido hoy como el Jardín de la Señora, en la avenida de acceso al lugar. También planificó la avenida Mirtifolia, la Pérgola de la Rosa, la avenida Samu'û, la cascada de acceso, el Parque Romano y la explanada. Todos siguen, se mantienen intactos hasta el presente.

Graciela Ocáriz Penoni, asesora de la Comisión de Recursos Naturales y Medioambiente de la Junta Municipal de Asunción, explica que el predio de JBZA cuenta hoy con 400 hectáreas.

"Lo que se preserva allí es un ecosistema remanente de lo que es el ecosistema del Paraguay", refiere Ocáriz Penoni, quien tuvo a su cargo recoger –en una suerte de inventario– todos los datos recabados por Fiebrig y por el botánico paraguayo Teodoro Rojas.

"En su época fue el único con tales características de jardín botánico, a nivel regional. El remanente que se conserva de la geografía y ecología nuestra que en otros puntos del país ya se perdió", insiste la investigadora.

Dicho inventario viene a constituirse en complemento del plan maestro de manejo del JBZA y es impulsado por la Comuna capitalina por los 100 años del emblemático lugar. El material hace hincapié en la "visibilización, relevamiento y revelación" de aspectos naturales y ecológicos del jardín casi desconocidos por la mayoría de los asuncenos.

"Tuvimos el coraje de tipear los documentos antiguos, de 1914 y 1920, que ya no se pueden usar por su deterioro (...) Lo más importante es el recurso ecosistémico que allí se conserva, pese a todos los usos que le damos y que no corresponden a una figura patrimonial tan emblemática", refuerza.

Para la especialista en patrimonio natural y cultural, lo que le falta al Botánico es una restauración en todos los sentidos y recorrer las más de 200 hectáreas en desuso que antes formaban parte de este sitio.

"Históricamente se aumentó la densidad demográfica en la zona y lo peor es la intervención de gran porte que no corresponde ni es compatible con las medidas de mitigación establecidas en el plan maestro", concluye.

FUENTE: ÚH

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